lunes, 22 de noviembre de 2010

DOÑA AMADA: UNA ESTRELLA QUE SE APAGO EN EL BARRIO 27 DE FEBRERO


Amada Santos, una mujer de pelo lacio, blanca piel y suaves manos, fue  una dama que en el fragor de las luchas políticas de los finales de los 60 y en los albores de los 70, se distinguió en su barrio 27 de febrero, por el amor al servicio y su humanismo sin importar ideologías y banderías. Servir a los demás fue el norte de Doña Amada.
Ella, que por su espíritu solidario, en su años de energía juvenil se coronó de gloria y triunfo, recibiendo el reconocimiento de organizaciones de su barrio, hoy compungidos todos por el dolor que nos embarga, la vemos partir con la misma sonrisa que siempre le caracterizó.
Doña Amada inclina su rostro para siempre para volverse eterna.
Se marchó la blanquita chiquita, la mujer desprendida que a muchos nos hizo bien. La repartidora de alimentos, juguetes y artículos del hogar se nos fue justamente cuando disfrutaba de su cumpleaños 80.
Se nos fue la Amada, sonriente, sencilla, bondadosa y tierna vecina de la barriada. El que conoció a Doña Amada sabe que fue una mujer de entrega y honradez inquebrantables. Dar sin esperar nada a cambio fue una de las muchas virtudes que en vida adornaron con laurel a tan distinguida señora.
Se nos fue Doña Amada, tan solo con la satisfacción del deber cumplido. Estas palabras deben servir de aliento y consolación para los hijos del corazón de Doña amada que supo criarlos en un ambiente de paz, armonía y disciplina ejemplar. A sus hijos Sergio, Juan Pablo, Martha y Domingo Tavárez Santos, a sus nietos y demás familiares, consuelo en este momento de soledad sin la madre adorada.
Que la Gloria Eterna acoja a Doña Amada. Dios, que es la Divina Providencia, sabrá colocarla en el lugar que ella se merece.
Paz a los restos de Doña Amada por toda la eternidad. Las madres nunca mueren. Ellas, como los poemas, nacen crecen, se reproducen y vuelan como las aves.

No hay comentarios: