Santo Domingo. La iglesia
católica dominicana está adherida al poder económico y político de la
República Dominicana algo que le ha silenciado de manera sepulcral al
momento de pronunciarse para defender a los más desvalidos de
esta sociedad.
Es una lástima que en lugar de sumarse a la lucha contra la injusticia, la desiguldad, la corrupción y la Reforma
Fiscal, la iglesia católica se haga a un lado como si no existiera en los
momentos en que su pueblo la necesita.
Para nadie es un secreto que el
Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez es uno de los empresarios más
influyentes y prósperos del país, tampoco es un secreto que tiene
ciertas preferencias políticas y que como figura de la iglesia abusa en
tiempos de campaña de esa posición que le otorgó el vaticano, que por
cierto fue renovada hace cerca de un año.
Cuando la iglesia habla los
gobernantes y dirigentes políticos escuchan, pero esta iglesia dirigida
por Nicolás de Jesús López Rodríguez es muda para defender a los pobres,
pero habla mucho en defensa de los ricos.
En este momento donde más se necesita
unir fuerzas para evitar ser aplastados por los impuestos la iglesia
católica solo indica que es un trago amargo, pero hay que aceptarlo, en
ningún momento presenta oposición, o trata de consolar al pueblo,
simplemente da la espalda a una República Dominicana que carece de
líderes que le defiendan, pero será el tiempo el mejor encargado de
pasar balance y factura. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo
resista.
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