Por: Nèlsido Herasme
Un
joven con arraigo, fuerza e iniciativa de competencia quiere ser el alcalde de
la capital por el Partido Revolucionario Dominicano a partir del 2016.
Ninguna
organización partidaria del país cuenta con una política de juventud, con
programas y planes de acción que permitan su capacitación, de manera que sea
ella la que elija su propio camino.
Víctor
Pacheco Méndez, ha empezado a incursionar en las lides política, con una
aspiración lo suficientemente ambiciosa, como la de lograr la sindicatura del
Distrito Nacional.
Víctor
Pacheco, un profesional de la administración de empresa, con recia formación
académica y familiar, quien viendo el sufrimiento de los munícipes de la
capital, ha tomado la firme decisión de convertirse en su representante
municipal.
Tan
solo el deseo de este joven debe provocar que el PRD aplique programas de
motivación que logren la reconquista de la importante plaza de la capital.
El
PRD debe entender que sin el concurso de nuestros activos comensales es
imposible hacer los cambios que demanda la sociedad.
La
juventud es ente de desarrollo y lucha permanente, símbolo de sacrificio,
libertad y transformación; es la dueña del sueño, de la utopía y la esperanza
de nuestro pueblo. Ahora es tiempo de Víctor Pacheco.
Los
jóvenes del PRD tienen que ser empoderados, de ahí que la nueva dirección que
surja de la venidera convención nacional destine el 40 % de sus recursos a la
promoción necesaria para que estos se conviertan en motor de su desarrollo.
Acompañemos
ahora a Víctor Pacheco Méndez y junto a el, a nuestra juventud, invitándola a
reconocer sus yerros, no importa lo grandes que estos sean.
Dejemos
que sean los muchachos quienes empujen el carro de la historia, los que den
riendas sueltas a su vocación democrática y con sus propios pies logren avanzar
hacia la reconquista nuevos estadios.
Nuestros
jóvenes son los invitados a abrir el surco en la búsqueda de los
objetivos, la que se enfrente a los desafíos del presente y a los retos del
porvenir.
Es la juventud la que debe llevar en
sus manos encendido el pebetero; démosle la oportunidad para que desde su
interior brote el canto, la risa, la poesía, la música, la movilización, la
protesta, la consigna y el anhelo de triunfo de un partido que está cansado de
aguantar abajo.
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