martes, 17 de julio de 2018

A LA MEMORIA DE RAMÓN OVIEDO


Por Angel González Feliz 
 (COLABORADOR)

Cuando veo una obra de Ramón Oviedo me detengo a observar cada detalle, pues en sus pinturas puedo encontrar una infinidad de formas y misterios que llaman mi atención. Este barahonero nació en el año 1927 y desde muy niño pasaba su tiempo dibujando “muñequitos” por diversión sin saber que un día se convertiría en el Picasso de República Dominicana.

Estudió fotograbado y cartografía en Panamá, de hecho, él realizó los primeros mapas geográficos del país totalmente a mano. Desde joven comenzó a trabajar en el campo publicitario. En una entrevista recuerda que a los 13 años hizo unas caricaturas un poco sombrías para una revista de la época con la intención de dar noticias y de llevar un poco de libertad en la era de Trujillo; esta experiencia lo encaminó en su vocación.

RAMÓN OVIEDO (PINTOR)
El dibujo y las diferentes técnicas de pintura las perfeccionó con el pasar del tiempo hasta que en 1965 su obra “24 de abril” ganó el primer premio en un concurso celebrado en medio de la revolución. Desde ese momento, el maestro Oviedo creó diferentes piezas de arte en donde buscó siempre plasmar la lucha, la justicia y la conciencia social, también a través del arte canalizaba sus preocupaciones.

Ese sentimiento humanista lo acompañó en todas sus producciones, en especial en sus murales. Ramón Oviedo revolucionó la pintura mural convirtiéndose en el más prolífero de la nación y en una figura admirada en Latinoamérica y el mundo. Gracias a él, en la sede principal de la UNESCO, en París, hay una huella barahonera porque nuestro maestro pintó en 1992 el mural “Cultura petrificada”.

Toda su vida la dedicó al arte, al expresar en sus pinturas parte de la historia y las necesidades del pueblo dominicano. Esta labor le fue reconocida cuando obtuvo distintas condecoraciones nacionales e internacionales como la de Caballero de la Orden de Artes y Letras otorgada por el gobierno francés, la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, Maestro ilustre de la Pintura dominicana, la Medalla al Mérito para las Artes y las Letras y el Premio Nacional de Artes Plásticas de 2013.

Ayer se cumplieron tres años de su muerte, partió de este mundo a los brazos del altísimo dejándonos en cada pincelada un pedazo de su corazón y su alma. El legado del maestro Oviedo debe ser un patrimonio nacional, honor a quien honor merece.

¡Qué descanse en paz!

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