miércoles, 2 de junio de 2010

DESGARRADOR

Escrito por: Juan TH (juanth04@hotmail.com)

Sí, desgarrador. Se me partió el alma en mil pedazos al ver aquella escena de mujeres jóvenes y viejas, incluso ancianas, en la calle frente a la casa del presidente de la República esperando una limosna.
Vergüenza nacional debió producir aquel acto indigno que reduce a su más mínima expresión la condición humana de aquellas mujeres que en harapos se arrodillaban frente al Presidente en busca de un pedazo de pan.
Consternación y rabia al observar el hambre y la miseria de las madres dominicanas frente al lujo y el despilfarro del dinero del Estado que el presidente gasta y malgasta como si fuera suyo.
El clientelismo político mostrando su perversidad, no desde el Palacio Nacional como se hizo durante la campaña electoral recién terminada, sino desde la lujosa residencia del jefe de Estado.
La insensibilidad humana de un hombre ambicioso. Como se preguntara el poeta dominico-haitiano: “¿En qué recodo del camino se detuvo el amor para decirnos adiós? ¡Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas!”
Este hombre con su traje de modernidad y sus palabras huecas de intelectual adocenado, no es más que un “servidor de pasado en copa nueva”.
Esclavo de sus propias mentiras, actor mediocre que se cree Dios porque tiene dinero y poder. Vanidoso, engreído, embustero y simulador profesional. Suma intereses personales mientras multiplica la miseria de su pueblo. ¡Y sonríe satisfecho, como un caníbal!
Aquellos rostros llenos de arrugas prematuras, aquellos ojos profundos y tristes llamando la atención; aquellos brazos cansados de taladrar el tiempo en busca de alimento; aquellos cuerpos abatidos por los años de trabajo duro. Aquellas madres arrodilladas frente a la casa del Presidente de la República. ¡Cuánto abuso de poder! ¡Cuánta maldad y cuanto odio hay que tener acumulado para una acción tan inmisericorde!
En pleno siglo 21, frente a la casa del Presidente de la República, madres, en su día, un día donde los hijos la veneran más que todos los otros días, un día de amor y de ternura para las madres. Convocar a las madres a la casa del presidente de la República, el Día de las Madres, para repartir limosnas, es humillarlas, es hacerlas sentir más miserables de lo que son.

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