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LEOGUEL |
Por: Nélsido Herasme
A
lo que aún queda del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) le luce oponerse
al cambio de nombre de la Alianza Social Dominicana por el de Partido
Revolucionario Mayoritario (PRM), porque todo el que tiene la barriga por
delante sabe que el segundo tiró un chinchorro en el centro del primero y no
dejó ni siquiera un cangrejito para cambiarlo por botones. De ahí su amargura y
oposición por el término “Mayoritario”.
Lo
que no resultó extraño fue que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD),
cumpliendo su papel de padrino, una vez más enseñara sus partes más íntima, al
unirse al coro de los que no quieren a
una nueva y fuerte organización en el escenario político.
La
Fuerza Nacional, de Vincho Castillo, el PRD de Miguel Vargas y el PLD de Leonel
Fernández, se unieron en solo abrazo el pasado 27 de agosto, en la audiencia
que la Junta Central Electoral, aun conoce el nombre del PRM, para oponerse a
su nacimiento.
Con ello el PLD envió una clara señal de quién
es su verdadero opositor, dejando entrever de paso, que le tiene miedo a quien
puede personificar la alianza de
los que están fuera del gobierno.
Y
no es para menos, porque en el certamen del 20 de mayo del 2012, Hipólito
Mejía, de tú a tú, de 32 provincias ganó al PLD 28 y de las 14 más productivas
del cibao se alzó con 10, esto, sin contar con la participación de los
traidores y devora presupuesto, abrigados en la sigla PRD bajo los tentáculos
de Miguel Vargas.
Observamos
con mucha pena y dejos de frustración al
doctor César Pina Toribio cuando anunciaba el rechazo del nuevo partido, por el calificativo de
mayoritario.
El
consultor Jurídico del poder ejecutivo parece haber olvidado que al principio
de los años 80s el PLD fue el artífice y protagonista de la división de la
otrora Central General de Trabajadores (CGT), dirigida en ese momento por el
recio luchador obrero Francisco Antonio Santos.
Al
Toro Pina parece haberle fallado la memoria, al no recordar que Nélsida
Marmolejos, fue el cebo utilizado por su partido para dividir al movimiento sindical y dar paso a la
creación de la “Central de Trabajadores Mayoritaria” (CTM), debilitando, en ese
momento, la lucha de los trabajadores que se encontraba en su punto más álgido
e iluminante de su historia.
Ante tanta desfachatez solo nos detenemos a recordar
aquel PLD que, a imagen y semejanza, creara Juan Bosch, donde lo ético y lo
moral, planteaban las normas en el partido de la estrella amarilla.
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