Porque no nos identificamos con la sangre de seres humanos es que nos sentimos impotente y nos resulta cuesta arriba el tener que abordar temas de esta naturaleza. ¿Qué puede hacer un comunicador cuando en su entorno ocurre un hecho de muerte violenta en donde se envuelven familiares y amigos íntimos, hijos de una misma comarca? Lo que hubiésemos querido es que desgracia como la ocurrida recientemente en el agreste y vilipendiado municipio de Villa jaragua, de la provincia Bahoruco, jamás se hubiese consumado y, en cambio, todo estuviera en su punto normal.
¡Cuánto dolor y pesar por esa maldita tragedia! Traigo esto a colación, porque en esa comunidad del suroeste, mi primo-hermano, agrónomo y comunicador, Jorge Ceferino Herasme Medina, el pasado16 de julio, en una noche apagada y confusa, en el marco de una reyerta, cargada de burlas, provocaciones, nocivos y viejos relajos, de forma involuntaria le quitó la vida con un arma de fuego, al joven Albert Segura Feliz, de 22 años, hijo de una altruista, noble y trabajadora familia, a quien respetamos, admiramos y debemos favores.
Un honorable tribunal de justicia de la provincia con asiento en el municipio de Neyba, está conociendo este engorroso caso, donde muchos albergamos la esperanza de que las partes envueltas saldrán conformes y fortalecidas, porque de hecho se sabe que en el fondo jamás existió la intención de matar, por lo que entendemos que los términos acechanza, premeditación, alevosía y los tradicionales elementos que se arguyen cuando una persona le quita la vida a otra no deben estar dentro de dicho expediente. Este lamentable hecho a nuestro modo de ver, fruto de la provocación, el calor de la pasión y la pérdida de control inesperado, atenuado por la circunstancia y el estado de la mente de la persona que lo cometió no debe tomar otros matices y nadie en particular puede introducir elementos disociadores que desvirtúen las causas de fondo de esa triste tragedia. El momento ahora no es para quedarnos en pésame, abrazos y condolencias y apabullar a los familiares del occiso, habría que ponerse en el lugar de ellos.
La hora no es para decir quien tuvo o no la razón o para dibujar en un tribunal y dar muestras de sapiencia del derecho y sus códigos, sino para reflexionar y ver que en el fondo unos y otros fallamos, entendiendo que una vida joven se perdió para siempre. Aprovechamos el momento para pedir a las autoridades de la provincia Bahoruco y en particular a las del municipio de Villa Jaragua a mantener un mayor control de la seguridad e interesarse por la integridad física de los ciudadanos de ese pueblo.
De qué le vale a un pueblo valioso y trabajador como la Villa marchar por las paz en repudio a los últimos hechos de violencia que ha vivido, si las autoridades no están en lo y suyo.
Nosotros desde aquí pedimos la palabra para hablar de paz a los jóvenes y adultos del pueblo de Villa jaragua, pero de una paz que se construye en la práctica cotidiana del trabajo, en el progreso de la escuela y en la base fundamental que es el hogar, como núcleo primordial de nuestras familias.El municipio de Villa Jaragua necesita hoy más que nunca el concurso de nuestros modestos esfuerzos, por lo tanto estamos en la mejor disposición de hacer lo que esté a nuestro alcance, en pos de seguir aportando nuestro grano de arena de cara a su desarrollo. Los jóvenes de Villa Jaragua deben darse la gran oportunidad, comprender que más que una edad, ellos forman parte de una categoría social, que son entes de empuje y eslabón para alcanzar los sueños anhelados. Hay que acompañar a los muchachos de las iglesias cristianas, de los clubes deportivos, los que estudian, luchan y se sacrifican por un mundo más justos y humano. El tiempo es ahora ¡Levantémonos!
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