Así somos en
vida. En la foto de arriba y en el fragor de la política,
Candita se da
un abrazo con Milagros Ortiz Bosch. Abajo se observa
en la faena del
hogar.
Por: Nélsido Herasme
Nunca encontramos respuesta a la pregunta del por qué las personas de bien tienen que morir tan joven.
Decimos esto porque hace unos días supimos
de la triste partida de Cándida Figuereo (Candita), una noble mujer, madre
de familia, buena vecina y, sobre todo, una fiel y aguerrida activista
del Partido Revolucionario Dominicano.
Residentes de su vecindad, en el barrio 27
de Febrero, al juntarse, algunos con lágrimas en sus ojos, comentaban
sorprendidos, porque desconocían del padecimiento de Candita, cuando de repente
se escucharon que esa digna dama había emprendido vuelo hacia la eternidad.
A una de sus compañeras de partido y de su
confianza le escuchamos decir que Candita era una mujer tan discreta que a
nadie le revelaba lo relativo a su quebranto.
Los de su cercanía pueden dar testimonio de su persona.
Alguien con la suficiente autoridad, puede
decir como era ella en su familia, con sus hijos, hermanos, nietos y con sus
vecinos.
Nosotros que la conocimos políticamente, podemos expresar que fue una valiente, militante y aguerrida perredeista; calculadora, cuidadosa y de poco conversar, aunque siempre con análisis que se enmarcaban dentro de la lógica de su pensamiento. Candita fue una mujer de firmeza política inquebrantable.
Nosotros que la conocimos políticamente, podemos expresar que fue una valiente, militante y aguerrida perredeista; calculadora, cuidadosa y de poco conversar, aunque siempre con análisis que se enmarcaban dentro de la lógica de su pensamiento. Candita fue una mujer de firmeza política inquebrantable.
Ella supo con todo el amor y tesón que le caracterizaron, jugar su papel en la tierra, la que hoy la absorbe y la vuelve eterna.
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Candita, al final de los días de su partida
puso su carga, su cariño y sobre todo, su espíritu en manos del Creador del
universo, para con ello, ir a la gran Morada Celeste, en paz consigo y los
suyos.
Paz a los restos de Candita, una mujer que
conoció el sacrificio y el dolor y con amor valiente aceptó los designios del
Dueño de la vida.
Adiós Candita, madre y compañera del barrio
27 de Febrero.
Que la Gloria de Dios te brinde lo que no pudo concederte la tierra.
¡PAZ A TU CUERPO Y CONSUELO A TUS HIJOS!
¡PAZ A TU CUERPO Y CONSUELO A TUS HIJOS!
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