Padre Moreno Serrano |
Por Nélsido Herasme
Conozco desde
joven, no solo al hoy sacerdote Mario Serrano (Moreno) sino, también a otros
curas de su promoción, como Pablo Mella, Jesús (Chumi) y Javier Vidal, por lo
tanto como laico y católico que soy y como conocedor de algunas prácticas religiosas de los miembros de
la Compañía
de Jesús (jesuitas) en el país, me atrevo a pedir públicamente al Cardenal
Nicolás, a que le tome un poco de cariño a esta Orden y, por favor, le retire
un poco de pimienta a su discurso.
El padre Moreno es uno de los tantos jóvenes de pueblo, a quien conocemos desde los inicios de la década de los años 80s, cuando apenas le sacaba punta a su aspiración sacerdotal.
Era un muchacho de tenis y ropas sufridas que, mochila al hombro, veíamos acompañar el proceso de evangelización durante horas en los barrios de
Para esos chicos eran momentos de compromisos y de opción preferencial por los de abajo, dando rienda suelta a su vocación en un momento en que la iglesia de América Latina empezaba a ver las heridas abiertas del pueblo.
Era el tiempo de la interpretación del evangelio a la luz de
Era el surgir de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) como estilo nuevo de acompañar al rebaño, que se inspiraban en la reflexión y el mandato de los documentos salidos de la celebración de los CELAM de Medellín, Colombia, en 1968 y en Puebla, México en 1979
Era el tiempo de Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, quien asumió a su prójimo como su verdadero hermano, llegando a decir que “los pobres me enseñaron a leer el evangelio”, aunque un 24 de marzo de 1980 pagara por ello en El Salvador.
Está claro que cuando se lee la biblia con los ojos de los pobres, se corren muchos riesgos, pero ello será siempre el compromiso de los verdaderos hijos de Dios.
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