Por: Nélsido Herasme
El doctor Rafael Suberví
Bonilla es un hombre de honor, un ser
humano ejemplar y sobre todo, decente, solidario, brillante y
triunfador.
Digo esto porque hemos
observado a personas frotarse las manos en clara señal de que Suberví salió
derrotado del pasado proceso electoral, cuando se sabe que el papel que jugó
fue efímero y victorioso.
Tenemos que decir, primero,
que Fello no era candidato a nada en la alianza
PRD-PLD, simplemente un
político que salió cabizbajo, lleno de dolor y vergüenza del Partido
Revolucionario Moderno, organización que ayudó a construir y de la cual por
varios meses espació una candidatura a la alcaldía de la capital, pero
intereses foráneos, a pesar del esfuerzo
que hizo, le troncharon el camino.

Fello, como líder y dueño
natural de una estructura política a nivel
nacional no se quedó en las tres circunscripciones del Distrito
Nacional, más bien, su brújula lo llevó a recorrer varias provincias del país y
trasladarse a algunas ciudades de los Estados Unidos en busca del votos para ayudar al crecimiento del PRD,
organización que las encuestas apenas le otorgaban menos de un 3%. Y ahí están
sus resultados. Fello cumplió con su
deber.
Este abogado ha demostrado
a los largo de su carrera política y profesional que es un hombre consecuente,
cuyas actuaciones las realiza de cara al sol.
El Fello que conocemos es una
persona a quien a pesar de su paso por tres estamentos del estado no se le
conoce tan solo un negocio público que amerite cuestionamiento y ponga en
entredicho la vergüenza y conducta de su familia.
Estamos hablando de un
hombre sin mancha, integro, honesto y serio, al que usted y yo podemos
cuestionarle su edad, si esta fuere óbice para aspirar a un puesto electivo,
pero jamás levantar el dedo índice para señalarlo como indelicado.
Fello Suberví fue alcalde
dos veces de la ciudad de Santo Domingo y usted ni yo alcanzamos a verlo
moverse entre empresarios negociantes de contratos de basura.
Lo mismo podemos decir como
ministro de Turismo e Interior y Policía, quien a su paso por estos ministerios
sus uñas no se ensuciaron ni siquiera con el polvillo de los escritorios.
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