Por: Nélsido Herasme
Si
no hubiésemos conocido la impronta, la trayectoria y el historial filantrópico de
tres grandiosas familias de la República, fácilmente hubiéramos quedado
enredados entre las patas de los caballos de un falso altruismo, el que hoy
exhibe el señor Gonzalo Castillo, quien en la presente campaña electoral busca
los votos que le permitan tener por lo menos un buen desempeño.
Y que bueno es recordar los excelentes servicios y aportes en
materia filantrópica de las fundaciones Eduardo León, Corripio y de la
Asociación Dominicana de Rehabilitación.
Porque no recordarle al Penco que entregar fundas con arroz, una
lata de sardina, un poco de aceite y algunos panes, no es una acción altruista,
ni mucho menos filantrópica, más bien eso se llama asistencialismo caritativo, es
estrujarle al recibidor sus miserias en su propia cara. Que hermoso ha sido observar durante más de 100 años a la
familia Corripio y su gran éxito, el que le ha
permitido expandir su influencia en todo el país. Recordar aquel lindo gesto cuando
otorgó cien millones de pesos a igual número de organizaciones no gubernamentales (ONG)
y a fundaciones, así como mantener el apoyo a eventos y al desarrollo de una
amplia variedad de objetivos y programas relacionados con la difusión cultural.
De ese mismo modo podemos hablar del
Grupo León Jimenes, una entidad privada, sin fines de lucro, creada por los
hermanos León Asencio y el Grupo León Jimenes, para contribuir
al desarrollo social, cultural y gestionar proyectos socialmente relevantes,
participativos y autogestionarios, con vocación de intercambio y colaboración
entre grupos e instituciones nacionales e internacionales.
Y como no hablar de doña Mary Pérez de Marranzini que una vez motivada
junto a un grupo de hombres y mujeres apasionados por el don de servir gestaron
primero, la creación de la Asociación Pro-Rehabilitación de Lisiados, la cual
más tarde convierte en Asociación Dominicana de Rehabilitación y aquella gran
lucha que libró por la erradicación de la poliomielitis en el país y su gran
epidemia en República Dominicana inspirada en la discapacidad adquirida por su
hijo, Celso Marranzini, quien fuera afectado por la enfermedad.
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