Por
Nélsido Herasme
Con el abandono completo de la familia del ex alcalde
Roberto Salcedo y la salida de Amable Aristy Castro, con su partido y su
senaduría, ello combinado con la división morada y los resultados de firmas
encuestadoras locales y extranjeras, me atrevo a vaticinar, a predecir y a
sentenciar que el Partido de La
Liberación Dominicana (PLD) y su penco candidato morderán en la primera vuelta
la estopa de la derrota el próximo 5 de julio.
Llegó al final de veinte largos años de
gobierno. Se desplomará una dinastía política que, aunque no logró resolver tan
solo un problema estratégico de la nación, por lo menos durante la veintena de
años que se mantuvo enquistado en el poder supo en diferentes circunstancias
sortear cada crisis que le llegaba, excepto, la creada entorno a la
repostulación del actual mandatario, la que desató los demonios, hundió y
partió a ese partido en dos liderazgos.
Corrupción, impunidad, injusticia, narcotráfico,
enriquecimiento ilícito, desigualdad social y transparencia fueron algunos de
los temas que nunca hallaron respuestas de solución a lo largo y ancho de la
veintena de años que gobernó el PLD.
Aun hoy en día, la agrupación política
que fundara el profesor Juan Bosch en 1973 está enviando señales claras de que
se cansó de gobernar.
Cada vez que
pasa un día las uvas y las manzanas de navidad en ese partido se ponen amargas.
La lucha y el
disgusto en el seno del PLD tomaron tanto cuerpo que hasta los adeptos
presidenciales de Danilo Medina jamás se integraron a la campaña del Penco.
El gobierno del Partido de la liberación Dominicana transita a
todo dar por una pendiente enjabonada. Al día de hoy el PLD no tiene
forma de permanecer en el poder, porque no hay encuesta válida que le eche la
bendición.
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