lunes, 6 de junio de 2011

EL SON, UN RITMO MUSICAL DEL CARIBE

Por Nélsido Herasme 

 CHENCHA Y BONYE 
El son, como parte de la cultura popular es un ritmo de todo aquel que le corre sangre latina en las venas. Por tanto no hay tiempo que perder, ni espacio para discutir dónde nació este contagioso y melodioso genero musical, aunque sí hay que destacar que el etnólogo y antropólogo de cuba, Fernando Ortiz, investigó y demostró que el son nació originalmente en el oriente, donde se encuentran la Sierra Maestra y la ciudad de Santiago y que luego fue transportado a La Habana.
Bailadores de son con swin
Este cientista también consideró como el primer son conocido al “Ma. Teodora” escrito hacia 1560 por las hermanas Micaela y Teodora Ginés, dos negras libertas originarias de Santo Domingo.
Tal y como lo hacía el ícono del baile José María Guerrero Encarnación (Bonyé) con su inseparable pareja Inocencia Paredes (Chencha) en escenarios nacionales y extranjeros, el son es para bailarlo y dibujar  con los pies sobre la tierra.
Además de que la Providencia de Dios quiso que Bonyé fuese a bailar el son a su Gloria, los soneros también despidieron hace un tiempo a Guante el gran bailador de Haina, al compositor y autor de letras Manyulo y al animador teniente Macorís.       
El son dominicano sigue está escribiendo hermosas páginas para la historia, porque más gente se junta a disfrutarlo, por lo tanto en la escena sonera no hay distingo. Profesionales, políticos, militares y extranjeros, obreros, amas de casa y el cojito al escuchar el son, buscan su consorte y a la pista a mover los piecitos.      
Sus melodías no son de la exclusividad del monte y de la montaña, sino también de las grandes ciudades. El son es el baile de lujo de la República dominica. El, como todo un caballero de blanco, con sus breteles y su sombrero de alas anchas y ella, en tacos y su vestido brillante cubriendo sus rodillas, forman el binomio perfecto en el escenario sonero.
El son ahora coloca la bola entre dos con su entrada triunfal a la Zona Colonial y turística de Santo Domingo, lo mismo que en Santiago, Haina, San Cristóbal, Boca Chica, San Juan y en otra franjas importantes de la geografía nacional.
El Club Nacional y los clubes asociados de soneros, son los espacios acogedores de los bailadores del género.
El envejeciente, el adulto, el joven y el muchachito, todos se confunden en la pista, porque formamos parte de una sola familia.
Puntos desaparecidos como la Vieja Habana en Villa Mella y el Monumento del Son en Sabana Perdida fueron lugares emblemáticos que escribieron parte de la historia sonera, donde bailadores y grupos bailaron y tocaron hasta el cansancio.
El Secreto Musical en Villa Consuelo, El Cañón Musical en Villa Francisca y ahora rejuvenecida y adornada por el concepto musical Bonyé, las Ruinas de San Francisco de la Ciudad Intramuros, son algunos de los sitios donde los dominicanos que gustan bailar pueden ir a disfrutar.
Con la pérdida hace un tiempo de don Manolo Minaya “la trompeta del sabor” y recientemente Santiago Cerón, el son recibió bajas sensibles, pero el baile no termina, porque contamos con el innovador grupo Bonyé, dirigido y animado por Félix Báez, Néstor Sánchez y Franklin Soto; Cheche  Abreu, el Songo Francis Santana, César Nanúm, Sonia Cabral, Cuco Valoy, Bartolito y los Bravos del Son, El Gran Guinguín y varios grupos soneros diseminados por todo el país.
Con sus actuaciones, animadores y bailadores de la talla del maestro Gustavo Arias, Nelson de la Rosa, Horacio Bakemóm Rodríguez, Chiqui Vicioso, Ramón Pichardo (Rudo Texas), Pachén, entre otros, adornan con laurel las fiestas de los soneros.

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