Todas
las muertes son lamentables; las mas dolorosas, las violentas.
Digo
esto, porque ha causado consternación, dolor y pesar en el seno de la familia
de nuestra sociedad la muerte de dos jóvenes militares, miembros de la Fuerza Aérea Dominicana, 1er. teniente Rafael
Eduardo Astacio, de 27 años y el 2do. teniente Carlos Manuel Guerrero, de 25
años, quienes perecieron el pasado domingo, 7 de abril, mientras participaban
en un “Show Aéreo” patrocinado por una firma cervecera local.
No
me hubiese dolido tanto, si los incipientes oficiales de la FAD hubiesen
perdido la vida defendiendo la Patria o en una labor titánica de rescate, y no
como al efecto ocurrió.
Por
eso no me acerqué y ni sentí motivos para apreciar ese espectáculo, porque
hasta donde tenemos entendido, la guardia no está formada para este tipo de
aventura.
Ojalá
nuestro Ministerio de la Fuerzas Armadas y, en especial nuestra aviación
militar, no incurran, en otra oportunidad, de exponer a nuestros pilotos y paracaidistas
a actividades de esta naturaleza, por la peligrosidad que revisten. Ese
avión cayó en aguas del Mar Caribe.
¡Imaginémonos que la tragedia hubiese sido en tierra!
¡Imaginémonos que la tragedia hubiese sido en tierra!
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