LUIS RODOLFO ABINADER CORONA |
Si
tomamos en cuenta lo que está ocurriendo en el Partido Revolucionario Dominicano, hemos de concluir
que es extemporánea la salida a las
calles del Luis Abinader, en busca de apoyo para su candidatura presidencial
para el 2016.
Estimo
y admiro mucho al licenciado Abinader, lo creo un hombre potable, capaz, trabajador
dentro y fuera de la política, y soy de los que entienden que reúne todas las
condiciones para la presidencia de la República, pero pienso que su equipo lo
lleva muy rápido.
Sus cualidades, en su justo momento
la hemos valorados; su prolífica carrera empresarial ha sido motivación para
resaltarla. El personalmente lo sabe.
En esta
hora el PRD libra una lucha tenaz y enconada entre quienes se creen, por
sentencia, dueños de la organización y los que se apoyan en la historia, en sus
estatutos y en sus principios.
Luis
debe saber que hay un camino que hay que trillar y un proceso que hay que agotar,
por lo tanto, este es un momento de prueba; no de candidatura presidencial.
Decía
el cantautor venezolano, Alí Primera, que “Si la
lucha del pueblo se dispersa no habrá victoria popular en el combate”.
Ante
todo, Luis es una persona de ideas, con un gran olfato y una clara visión para
oler y observar lo que se cuece en política. Soy de los que piensan que en las circunstancias
actuales por la que atraviesa el PRD, el compañero de fórmula de Hipólito Mejía,
no se está manejando, por lo que entiendo, debe ponerse las pilas y dejar de
jugar a “sacarle provecho a la situación interna de su partido”.
La
postura de Luis Abinader no es política, sino del conciliador, del que hace
causa común con quienes desde dentro tratan de arrodillar al gigante de la
democracia. Quienes orientan a Luis Rodolfo están cometiendo el pecado de
Judas, a lo igual que el que se cruza de brazos.
El contacto con dirigentes de esa organización,
más que para reestructurar equipo de campaña, debe ser para empoderarlos sobre
la necesidad de que hay que celebrar unas primarias limpias y transparentes, para escoger la nueva
directiva que ha de regir los destinos de la entidad política.
El economista y empresario debe saber que las
cosas es por parte que se hacen, y que lo primero es enderezar lo que está
torcido, después viene lo otro.
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